Merde alors ¿por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegiaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

Saturday, March 08, 2008

Otro curioso cumpleaños antes del tuyo

Mi excusa es que, prácticamente, todos lo hicimos: había que estar a la moda para evitar que el progreso te arrollara como a un coche desvencijado en mitad de las vías del tren. Mi excusa es que mi bro, al otro lado de la casa, había abierto el suyo, con esa exquisita manera de escoger las fotos que siempre tuvo y, yo, me sentía entre celoso y desangelado. Mi excusa es que hubo un momento, del que estos días se cumplen dos años, en el que creí que podría pilotar un fotolog y salir indemne. La cosa se terminó a los pocos días, pero, entre tanto y no, escribí tres o cuatro cosas interesantes. Todo empezaba un poco así (las fotos, un cuadro de Hopper y otro de Rousseau, y el tema final, Nobody loves me de Portishead, también son de entonces, de aquel tiempo de nata y fresas):


Triángulos: cambiar de pintor favorito es como cambiar de sabor de helado a los cuarenta: parece una gilipollez pero no lo es tanto. De una arista Paul Auster, al otro lado Edward Hopper y en el vértice conexo yo o esa dama que quizá me espera o espera, el rostro paciente y en los labios apenas las uñas que no muerde, solo las roza o lame con la punta de la lengua, notando el sabor del esmalte; de fondo conversaciones que se alejan, la sala vaciándose y en el suelo envoltorios de caramelos, palomitas, una colilla fumada furtivamente. Hoy me he levantado en New York. No sé con quién me acostaré pero mi sabor de helado sigue siendo vainilla.








Y, me parece, el momento álgido llegó un par de días más tarde. Me gustó tanto aquel texto que lo incorporé de inmediato a mi exblog, aquel de la económica melancolía. Sinceramente creo que tiene un hueco aquí, entre notrosotros, dos años después. Felicidades:








Es gracioso si se piensa: cumplimentamos las desgastadas sendas del ir queriéndose con sorprendentes facilidad e impudicia, nos dejamos llevar por los convencionalismos ignorando a sabiendas que todo en el amor está recubierto de trilladas frases vacuas: nos las repetimos constantemente como aferrando nuestra relación a esas demostraciones difusas y oxidadas de cariño y comprensión. Pecamos: cometimos el error de pensar que era cierto, que nosotros no somos como los demás: creímos que nadie antes se había encontrado en Tannhäuser, en Las Soledades, donde habita el olvido, en el palacio de la luna, en Sildavia o en Blade Runner y, cruel fragilidad, que después nadie nunca podría si, al final, se demostraba (nosotros nos negamos a creerlo, recuerda) que fuera a existir un después sin que tú justificaras mi existencia. Era tan fácil imprimir un soneto de Ángel González, envolverlo en una servilleta del Danny's Jazz Club y regalártelo aprovechando que habíamos puesto La Chispa Adecuada y que sospechábamos ser inmortales. También ayudaba el vino cuando dejábamos irse la noche entre risas de manta escocesa y películas de Billy Wilder, las lonchas de salmón ahumado y besarnos las rodillas, creer que al bajar a por el pan Oviedo sería Manhattan. La vida era volver del trabajo cansado y encontrar fuerzas o ganas para verte sin necesidad de cafés por el medio, convencido de que la originalidad era alimento necesario y suficiente, que los que necesitan algo humeante en las manos para poder empezar a contarse el día están locos o son idiotas o no se quieren o ignoran lo que es pasarse la noche en vela repasando las inútiles frases inconexas y tartamudeadas con las que te
pe(r)dí que volvieras; como si fueran a servir ya de algo las dije y luego, abrazado a la almohada cayendo en una última inercia inevitable: tu olor, quería cambiarlas y volver el tiempo atrás y corregir defectos y mejorar tonos y mantener composturas porque, supe, a veces una lágrima se interpone entre lo que deseas y lo que eres. Otras veces, suena el despertador y es tu mano dormida la que lo apaga.








Pero a ti, linda Sandra, te felicitaremos mañana.






2 comments:

Anonymous said...

ehmmm... esto...ejem...

tomatita said...

Confieso que me agrada visitarte de vez en cuando y disfrutar de tu prosa, querido.
Imagino que no me ocuurirá a mí sola, pero siempre consigues dejarme tirada sobre el día después de leerte.

Un abrazo