Merde alors ¿por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegiaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

Wednesday, March 26, 2008

El día en el que no paraba de llover

Es una tormenta de algodón, mirarte, pensé, pero la metáfora no me hizo sentir mejor -sé que alguna vez, alguna figura pensada a bocajarro me había hecho sonreír y por eso las usaba ahora indiscriminada y torpemente-, y el mareo me hizo buscar consuelo en la primera farola que pasaba (lo de la farola pasando es otro recurso pero no te lo sé nombrar en este momento deficitario). No faltaron señoras que se santiguaran al verme y me condenaran al infierno necesario de los drogadictos y los funcionarios. La lluvia hacía temblar en los charcos y en los escaparates una versión tan pálida de mí que me inundó cierta congoja hipocondríaca y me imaginé presa paciente de las enfermedades tropicales más incisivas. La posibilidad de procurarme un café con leche calentito fue tomando fuerza a medida que el agua iba penetrando mis ténues defensas camisiles y me arrollaba cuerpo abajo como sudor. Pero no, me iba a venir mejor quedarme quietecito en mi báculo farola un rato más, intentando obviar la tiritona -¿era frío, miedo, anginas, cólera, lepra, desamor?- y apostando por las fuerzas de flaqueza que me conducirían de vuelta a casa en un jurásico y final esfuerzo. Aunque, si me iba, si abandonaba mi defensa y parapeto farolado, si me ausentaba y tú volvías y contigo tu mirada y el algodón sobrecogiente, las bolas de granizo blando sobre mis hombros apagados dejando una suave huella de pelo encrespado, como un paño de angora eléctricamente atraído... Así me sentía yo a veces, seguí pensando, un pelo de angora disparado hacia tu electroestático recuerdo de nube amorfa (nube jirón, nube apagándose en mitad de un cielo estrellado, trocitos de ti metidos entre Sagitario y la Osa Mayor), imposibilitado de otra cosa que no fuera tender hacia ti, toda infinito, como una progresión matemática de todo lo que valgo se deduce multiplicando tu sonrisa por entre las sábanas de mi cuartucho vetústico un sábado cualquiera antes del vermouth con alcampo.





Supongo que alguien encenderá pronto este candil y bajo su luz quedará mi bulto más efectista, más de película de bajo presupuesto, chorreando agua y esperando té. Ya veo las sombras descender y ocupar los edificios y las persianas y las caras de la poca gente que transita, todos bien adosados a las marquesinas para ahuyentar la lluvia que no cesa, lluvia de angora con eléctrica disposición, pergeñada por tu tormenta algodonosa y tu capricho uterino. Porque, pongamos el as de picos pardos ya sobre la mesa, toda esta sopa humana de corriente alterna no sucedería si no te hubieras lanzado a los brazos del primero que dijera para mí, o tal vez sí, hubiera sucedido de igual modo pero con mucho más compás, y con más síntomas, un día fiebre y otro espamos y al final un tono amarillento en la piel y venga esa caja de pino. Y yo creo en las noticias con sordina, en el dolor con caramelos, en que las penas siempre con pan. Qué te hubiera costado fingir lo mucho que odiabas mi manera de adorarte, o el poco espacio que te dejaba para respirar arrollándote con mis brazos locomotores y mis regalos todoacien, o la velocidad quintuplicada con la que me puse a quererte desde el día uno sin esperar a que las típicas tensiones compartidas fueran menguando la calidad de una relación que había nacido moribunda. ¿Qué te costaba mentir? No me gusta la gente que odia la mentira, la mentira es ficción, es mi vida, es este hombre envuelto en una farola de angora a la luz de un viejo candil. Mentir es fundamental así que, por favor, vuelve, miénteme un poco y llévame a comer una de bígaros al Planeta, anda.











boomp3.com

5 comments:

Anonymous said...

El As de Picos pardos me gusta pero ese "chorreando agua, esperando té" es simplemente perfecto, tronchante.
Así que no sabías qué escribir... espero no haber sido musa para eso tan triste.

Me prometí no leerte más, pero ya veo que sigue sin salirme la fuerza de voluntad. S

Alberto Cuervo-Arango Rodero said...

Adoro cuando decimos "anda". Es como "venga", pero con alfombra.

Al Planeta eh, jeje.

Querida S (me sale bífida), también yo prometí no leerle más, pero al final acabas haciéndolo, y es como si te cubriera una manta y de pronto llevaras zapatillas.

Anonymous said...

zapatillas que te trae tu perro "pongo" al sofá donde estás leyendo-bloggeando al calor de la chimenea, isn't it?

La reina de la miel said...

Jo. Yo también quiero que me dediquen eso a mí.

Anonymous said...

Jo, pues también yo quiero que me dediquen esto a mi...

Menos mal que has dicho esperando té, porque si llegas a decir esperando café, no voy nunca, puaggg, que asco!!!

Lo de las zapatillas y la manta como que no lo he entendido muy bien, Such

P.D. He visto visitas del Rincón, saludos a los de allí, voy todos los meses, Andalucía te quiere ;)

Sei Grande!!!