Merde alors ¿por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegiaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

Sunday, March 16, 2008

No puedo estar sin ti, no hay manera

I could be bounded in a nutshell and count myself king of infinite space
Hamlet, Act 2, Scene 2

Viajo para no hundirme en mi norte, para crear recuerdos lejanos (geográficamente) y poder agarrarme a ellos, para liberar mis pseudópodos y mi curiosidad, para escribir un poco y para conocerte, sobre todo. Meto el universo en una cáscara de nuez roja con ruedas y pegatinas de Easyjet y me voy, abro la ventana y miro y distingo el espacio finito. La cáscara de nuez flota y ha estado en Venecia, en Londres, en Coruña, en Estambul, en Valladolid, en Dubrovnick, en Ferrol, en Madrid, en Vigo, en Florencia, otra vez en Londres, en Atenas, en Santander y en Roma. En apenas catorce meses he viajado más que en 28 años de creerme enraizado e inamovible. Y aún no te conozco, aunque no pueda vivir sin ti.

Del mismo modo que hay canciones que vertebran un disco y son su espina dorsal, su motor, su razón de ser, el eje alrededor del que gira y respira, hay canciones que vertebran viajes. En casa tengo que contar que cogí mis bártulos y me puse en camino porque el Sporting jugaba en Ferrol y había que aprovechar la coyuntura para ir a ver a minibro y articular en torno a eso una linda farra gallega preprimaveral, porque en casa no puedo contar que hicimos seiscientos kilómetros en coche para descubrirnos en una canción, pensarían que estoy más desequilibrado de lo que ya saben que estoy. Este fin de semana, más que nunca, pusimos en práctica el viaje exterior para poder autopsiar nuestros recién liquidados treinta primeros años. Y todo gracias al revival ronáldico que Albert nos ofreció como guía del buen viajero: el último tema de aquel disco es la típica canción por la que merece la pena hacer la maleta y coger un tren hacia cualquier parte.

Y no es que sea la canción más bonita del mundo, pero lo que dice es cierto, habla de mí y hace treinta años que lo padezco: llevas años enredada en mis manos, en mi pelo, en mi cabeza. Y no puedo más, no puedo más. Debería estar cansado de tus manos, de tu pelo, de tus rarezas. Pero quiero más, yo quiero más. No puedo vivir sin ti, no hay manera; no puedo estar sin ti, no hay manera. Seas quien seas.























3 comments:

Alberto Cuervo-Arango Rodero said...

Qué no haríamos si os conociéramos...

Llegamos a los treinta, pero es lo de menos.

Adelante campeón

Anonymous said...

d' you know who is, mr dixon? que fin de semana...

Anonymous said...

buscando la canción, he dado con tu blog. Me ha gustado leer lo que has escrito, porque yo también cogería una maleta para descurbrirme. Saludos.