Merde alors ¿por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegiaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

Monday, July 07, 2008

De corbatas y pringles

Desde que nos enteramos de que las Pringles no son patatas fritas, la realidad ha empezado a desdibujarse preocupantemente y ahora los límites entre las cosas no son los mismos que los de primera hora del día, con el consecuente caos circulatorio y pérdida de expresividad en general. Con esa desmotivación, a punto estuve de cancelar mi vuelo de esta mañana a Londres, desde donde tenía previsto viajar a Crowborough, un pequeño pueblecito en el condado de East Sussex donde se encuentra la casa en la que murió Conan Doyle, hoy hace 78 años. Bien conocida mi pasión doylita, la editorial para la que trabajo me había emplazado a impartir una clase magistral sobre la repercusión geográficotemporal en las novelas de Sherlock Holmes, en la inaguración de las jornadas que sobre el ecritor, su obra y su tiempo se desarrollan esta semana en susodicho pueblecito inglés.

Con dudas, ya digo, de última hora, decidí al fin viajar y para ello me atavié con mis mejores galas sherlockholmitas: traje de cuadros, gorra con doble visera, pipa ad hoc y estuche de violín (la jeringuilla no la llevaba, claro, no fueran a pensar los del avión que yo). Los problemas empezaron apenas despegamos: como unas ocho filas hacia la delantera del avión, había un grupúsculo de seguidores de Agatha Christie hablando y señalándome. Al cabo, uno de ellos, una chica, vestida con un impecable traje negro, con bombín y falso bigote engominado, se acercó a mí y me increpó, me preguntó que cómo tenía arrestos para subir al avión de esa guisa, que qué me creía, y me despreció diciéndome que era como todos los doylitas: un heroinómano, un melifluo y un misógino hijo de puta y, al final, me pidió que me levantara para poder darme mi merecido. Dicho lo cual, y sin previo aviso, me soltó un paraguazo en toda la cabeza que me dejó tonto un buen rato.

Cuando pude reaccionar, y usando el violín como escudo arrojadizo, me lancé, invocando a los Baskerville y llamando a mis agresores gabachos aceitosos, contra las hordas agathachrísticas que celebraban su victoria en mitad del avión con un benjamín de espumoso leridano que iba pasando de bigotito en bigotito. A partir de aquí recuerdo solo retazos: sé que desde la cabina se anunció un ligero cambio de ruta y que se acordó obligarnos a descender a la chica vestida de Poirot y a mí en una zona indeterminada de la República Checa, donde las autoridades se harían cargo de nosotros. Debieron sedarnos porque cuando me quise dar cuenta estaba aquí tirado, en una celda austera y monocroma y sin lugar a dudas centroeuropea. Me han dejado en calzoncillos y, a mi lado, la chica-Poirot lee un periódico local. Fuera se escuchan salvas, petardos, ruido de fanfarria: al parecer están celebrando el 148 aniversario del nacimiento de Gustav Mahler, oriundo de estos parajes bohemios. Me he embarcado en un enaltecimiento furibundo de la figura de Mahler, pero la chica-Poirot me ha cortado diciendo que no tengo remedio: al parecer ella es wagneriana y, como tal, odia a muerte a los mahléricos. Así que ahora no sé si mantener mis principios o darle un poco la razón: me gusta Mahler pero creo que me gusta más ella: el bigotito le sienta fenomenal, y el traje no digamos: ¿por qué me enamoraré siempre de chicas con corbata?


Mahler




Y Holmes


3 comments:

Anonymous said...

Jejeje
Acabo de tener una regresión a la niñez...
No te apures, P, todos estamos un tanto trastornados con éste asunto de las patatas de incógnito.

Anonymous said...

Mecaaa, contagiado por el sopor veraniego?? una semana sin actualizar, eh? no vuelvas a las andadas y actualiza bro...

Anonymous said...

jaja, es que es de risaaaaa..todo, por Dios, por el amor de Dios!! vaya viaje te metió nunca mejor dicho, eh? jaja...

Hellye