Merde alors ¿por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegiaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

Friday, April 27, 2007






Siempre que tengo que formatear el ordenador releo este párrafo de Cortázar:




"De dónde le vendría la costumbre de andar siempre con piolines en los bolsillos, de juntar hilos de colores y meterlos entre las páginas de los libros, de fabricar toda clase de figuras con esas cosas y goma tragacantos. Mientras arrollaba un piolín negro al picaporte, Oliveira se preguntó si la fragilidad de los hilos no le daba algo así como una perversa satisfacción, y convino en que maybe, peut-être y quién te dice. Lo único seguro era que los piolines y los hilos lo alegraban, que nada le parecía más aleccionante que armar por ejemplo un gigantesco dodecaedro transparente, tarea de muchas horas y mucha complicación, para después acercarle un fósforo y ver cómo una llamita de nada iba y venía mientras Gekrepten se-re-tor-cía-las-manos y decía que era una vergüenza quemar algo tan bonito. Difícil explicarle que cuanto más frágil y perecedero el armazón, más libertad para hacerlo y deshacerlo. Los hilos le parecían a Oliveira el único material justificable para sus inventos, y sólo de cuando en cuando, si lo encontraba en la calle, se animaba a usar un pedazo de alambre o algún fleje. Le gustaba que todo lo que hacía estuviera lo más lleno posible de espacio libre, y que el aire entrara y saliera, y sobre todo que saliera; cosas parecidas le ocurrían con los libros, las mujeres y las obligaciones, y no pretendía que Gekrepten o el cardenal primado entendieran esas fiestas"















El caso es que siempre me lo encuentro en el mismo lugar: al comienzo del capítulo 56 de Rayuela: no creo haber leído nunca nada mejor (desde un punto de vista estético-estilístico al menos) La cibernetia no es como la vida, pienso, y te permite recomenzar cuantas veces quieras: los ordenadores son armazones frágiles y perecederos, en fin, mero plástico al servicio de mi fatuidad, aunque esta se presente a nivel de usuario humildemente. Es tan sencillo borrarlo todo, romper con los errores pretéritos, quemar las cosechas tras de ti como si un millón de aguerridos alemanes te pisara los talones. Luego, el vacío no es inhóspito, incómodo, silencioso: es acogedor, "insinuoso" y está lleno de posibilidades. Baste decir, con Dorothy, a casa, a casa, a casa, para volver a empezar, con los chapines relucientes y Totó que es Berli trotando entre tus talones o prendido a ellos mandibularmente. Pero Berli no está (se lo habrá tragado el huracán, pienso); aunque hay noches en las que vuelvo a casa y me da la sensación de que se ha pasado el día correteando por el pasillo, esperándonos, lamiendo las paredes en busca de calcio o de algún micrófono escondido: veo su estancia, su espera, en una toalla tirada en el suelo del baño, en un visillo medio arrancado del riel, en algún trozo de relleno del sofá abandonado en la alfombra.















Y siempre que empiezo de cero intento travestir mi nueva imagen cibernauta con otras máscaras: he perdido mis fotos, mis relatos, mis canciones: acaso sea el momento de variar de perfil, de gustos musicales o de estilo narrativo (esto es más complicado, nunca tuve ninguno): así, verbigracia, los primeros pasitos de mi última ciberencarnación sonaron al compás de The Beatles. Anoche, gran inauguración (pinchoteo y vino español -o expañol-, no se lo pierda, el mayor acontecimiento de este siglo en su barrio), mientras el yo que yo era antes de esto que soy ahora desaparecía ante mis ojos, sonaba una canción querida en la radio (Grupo invitado The Cure: irónicamente el remedio o la cura: no sé si lo serán para tanta estupidez autogenerada)












i've waited hours for this



i've made myself so sick



i wish i'd stayed asleep today



i never thought this day would end



i never thought tonight could ever be



this close to me












En otro orden de cosas, nuestro querido profesor y poetastro y columnista de La Nueva España (o Expaña) tiene en el rollizo de la última página un alumno aventajado. Pertierra, de quien en su día ya hablamos, convocaba esta semana a diez insignes figuras regionaliterarias para pedirles su opinión sobre cuál podría ser el verso más bello -la cursilería es suya- jamás escrito. A mí no me llamó -quizá porque no me conozca o porque no soy insigne, ni alumno aventajado, ni columnista aunque sí rollizo: lo que sí soy es muy envidioso- pero como Alzamora (no se llama exactamente Alzamora, el joven "poeta" en cuestión, pero a mí me gusta apellidarlo así desde que estábamos en la facultad y atravesaba los cursos con furor gasteropódico) da su opinión en favor de Villamediana: De vos no quiero más que lo que os quiero, será hortera, voy a dar yo la mía con algo de retraso y sin que nadie me la haya pedido: con mi constante pena instante, plena, que me define en seis palabras, viva Miguel.



2 comments:

Cayetana Altovoltaje said...

¿y berli por qué no está? ¿a dónde se fue?

tipodeincógnito said...

A vivir con su mami: la añoraba demasiado y en casa se aburría.Sob!