Merde alors ¿por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegiaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

Saturday, January 19, 2008

Le encantaba aquella palabra, tableta, la repetía una y otra vez mientras hundía la minipimer en la masa verdeazulada (a simple vista parecía un túmulo de algas cianofíceas, y también un cúmulo) que el agua estaba convirtiendo en un barro espumoso con tropezones. Los huevos, (y la sal y el perejil), estaban sobre la encimera, reunidos en sus dosis necesarias dentro de un bol gris de los de Ikea, esperando su turno, su turno-tableta. También le gustaba gragea pero ésta era más gutural, más salvaje, más visceral, más atávica si se quiere, no tenía la elegancia, el porte, la sencilla naturalidad de tableta, tableta, ni su líquida resistencia. ¿No sería que los efluvios, las partículas en suspensión surgidas del troceo indiscriminado de las pastillas con la batidora, eran ya lo suficientemente nocivas como para? A qué si no ir pensando estas tonterías en un momento así, ahora que el sentido de la vida, la desasosegante necesidad de un dios y la obligación estética de una muda limpia debería ser lo único preocupante -y ni siquiera-.

Fue al salón a encargarse de los últimos detalles -la mesa preparada, el butacón junto a la ventana, el Protos a 15.2 grados, Sarah Brightman cantando ya Think of me en su insuperable versión de El fantasma de la ópera- mientras se calentaba el aceite en la sartén. Al volver a la cocina le impresionó que la niebla pastillera aún no se hubiera disipado: sintió frío y empezó a temblar, como sorprendido por una inesperada corriente de aire. Es curioso, se dijo, cómo el cuerpo -el cerebro, la mentetableta- reacciona ante ciertos estímulos: ve niebla y responde con frío; ¿o me habré dejado abierta la puerta de la terraza? Pese a sus temores previos, la tortilla resultó lo más sencillo: el huevo se fue coagulando por sobre el barro verdoso, dándole a la resultante un aspecto nada apetitoso, de detritus, de algo orgánico en descomposición. Odiaba la tortilla francesa y eso le daba al asunto un toque mórbido y otro de superación que estuvo paladeando mientras la ponía en un plato, cogía algo de pan y llevaba la bandeja al salón. En el tocadiscos, los muchachos del fantasma estaban a punto de carnaval y tras la ventana se preveía la noche.

El primer mordisco fue el más complicado: no estaba convencido ni del sabor, ni de las consecuencias de lo que iba a hacer. La tortilla de fenobarbital estaba templada y sabía a lata, como si lamiera un tapacubos oxidado. Era difícil de tragar, pero el vino lo fue poniendo todo en su sitio: incluso le animó a mojar pan en la salsa viscosa. Al terminar, retiró la bandeja y, un poco mareado, (será el vino, aún es pronto), se levantó para ir hasta la ventana. Luego, se acomodó en el butacón para ver caer la noche. Esperando otra niebla, tembló un poco más y se abandonó a pensamientos estrafalarios, ajenos e incriminatorios. A ti sola, pensó, en cumplimiento de una promesa que habrás olvidado como si fuera tuya. Ausencia y muerte veo en la partida, pensó, si no me has de escribir te doy por muda y si no has de volver te doy por muerta. Este es el epílogo, pensó ya casi al final mientras en el salón sonaba la parte en que Christine y Raoul se prometen amor eterno -All I ask of you-, la noche en llamas, la tableta neblinosa, la postrera gragea. Me voy, me voy, pero me quedo, pero me voy (...) adiós, amor, adiós hasta la muerte.

7 comments:

Daeddalus said...

Debería usted prodigarse más...

tipodeincógnito said...

grajea??? pero...Gragea, mil veces escrito, gragea!!!

Anonymous said...

¿Qué opinas de blíster?

La reina de la miel said...

Menos mal que has grageado el error. Y yo pensando que se estaba haciendo una tortilla Viagra, desde luego, lo tuyo ye mucho, fíu...

tipodeincógnito said...

La palabra me gusta poco, blíster, suena más a bimotor alemán de la gran guerra que a otra cosa. Pero lo que representa me encanta, sobre todo en chicles.

Alberto Cuervo-Arango Rodero said...

Gragea que algo queda

Me temo que se ha vuelto a quedar atrapado en el ascensor, querido Paulus.
Usease, vuélvalo a poner en marcha.

Quizá una nueva cena de compromiso para ojear el segundo volumen de fotografías.

He dicho

Pat said...

Gragea suena a francés mal pronunciado...
Es curioso preparar una tortilla con tropezones mortales en lugar de hacer un puré o un batido. Es como si subrayase con cada bocado lo que está haciendo.