Merde alors ¿por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegiaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

Sunday, October 21, 2007

Hoy he estrenado la estufita para pies de aire caliente que usamos, como chocolate para sexo, a modo de calefacción en Velázquez seis. Como al final ninguno de los planes de mudanza y expansión han llegado a buen puerto, nos disponemos a atravesar otro invierno de penurias y congeles, sumamente cigarras: cero recolección, despensas telarañas y unos guantes raídos. Inaugurada, en fin, la temporada otoño/invierno 2007/2008, entiendo que en otros lugares la gente andará empaquetando monokinis y camisetas de tirantes y desempaquetando anoraks y jerseis de cuello vuelto. Nosotros, que no somos como los demás, disponemos de un armario monofondo repleto de ropa de entretiempo (calculamos que el mundo comenzará a darnos la razón cuando el cambio climático convierta la vida en un otoño perenne con ventiscas y mala leche), así que ahorramos en cajas para ropa lo que nos dejamos en kilowatios/hora, qué derroche compensatorio. Sea como fuere, la sociedad Baxter&Cortázar adora este tiempo de castañas que comienza con octubre y que durará, si Thor permite, hasta que a Albert le dé por alcanzar al fin la treintena y todo huela a turrón, a bombillas de colores y a felicidad ficticia.









Creo que ya he hablado en otra parte de mi prematura llegada al mundo, de cómo, cuenta mi madre, ni siquiera le había dado tiempo de llegar hasta las escaleras del sanatorio Begoña, apenas siete meses y medio después de comenzada mi gestación, y ya me iba deslizando pierna abajo en busca de mi primera bocanada. Hoy, veintinueve años y catorce días después, sigo disfrutando del pequeño placer de respirar mientras ese otoño lo va invadiendo todo con sus heladas matutinas y sus hojas como alfombras. Largos días han durado los festejos conmemorativos de mi vigésimo-noveno aniversario y uno se siente un poco como Bilbo Baggins cuando, poco antes de comenzar su tan esperada fiesta de cumpleaños, le confiesa a Gandalf -o quizá es que se lo advierta o solo se lo asegure-: This will be a night to remember. A fe que lo ha sido: estoy celebrativamente agotado, necesito darme al pause, regenerar energías.









Entre tanta celebración nos ha ido dando tiempo a perfilar el fin de año más esperado de los últimos lustros: el club qtal al completo -menos andrés, que se quedará para vestir santos y negociar hipotecas, venga- coge las maletas para recibir el 2008 en Trafalgar Square: matasuegras, descocadas y ambarinas londinenes, puede que nieve. Para Velázquez seis será, el esperado regreso a Howard's End, la culminación de un año sorprendentemente móvil (no me llaméis tanto, que se saturan las líneas) que actuará como prólogo del planeado y transoceánico y anheladísimo viaje del año próximo: NY, échate a temblar.

3 comments:

Alberto Cuervo-Arango Rodero said...

Pero si tu...tu no....pero si a ti el frio no...

NY nos espera con los brazos abiertos, y londres con las piernas.¿O era al reves?

dios mio, ¡¡¡¡¡los 30!!!!, murmuro antes de echar a correr

Anonymous said...

A mí me encanta que haga frío, pero aquí no llega. Sigo congelada o achicharrada y todo por no tener ese armario de entretiempo que a Velázquez 6 parece sobrarle.

Me gusta venir a tu casa...

Anonymous said...

Uh...

No entiendo, saliendo del otoño, lo demás, buff, ni idea.

Felicidad? Yo me siento idiota, romántica, qué hos tias feliz!!

(Albert me ha hecho reir, y no ficticiamente, con su comentario, me he acordado de otra cosa, sucesión de pensamientos, asociación de ideas).

Invita a Luz, jajaja


Dentro de poco, Gijón en dos horas, creo. Igual me presento, jaja.

Un beso.

Hellye.