Es cierto que algunas veces (sobre todo al final de la tarde, en ese delicioso momento en el que la caída del sol y mi indefensa miopía desdibuja las caras de la gente convirtiéndolas en posibilidades de ti) me siento en un banco cualquiera del parque y te espero. La absoluta certeza de que no vas a aparecer no disminuye la calidad o la intensidad de mis esperas. Las dignifica, si acaso; me siento como uno de esos poemas verdosos que se componen a la sombra de una botella de orujo, lleno de adverbios y metonimias. A veces llevo un libro y me paso el rato mirando de reojo los pasos que se acercan, revuelven la gravilla, me rozan y se van. Imagino conversaciones de ascensor entre mis zapatos y los zapatos de la gente que camina, que cómo va el tiempo y esas cosas, tiene pinta de ir a llover, ojalá, no sabes la falta que hace Pero aquí no reproduciré ninguna: todos me lo dicen, dialogo fatal.
Te preguntarás con qué derecho te sigo esperando después de doce años, y para qué, y yo te contesto con un verso de Benedetti: enamorarse es un presagio gratis, y te sonrío y, tú, que qué tendrán que ver los presagios en una historia, -la nuestra, la de dos unidades nunca sumandos-, que terminó hace tanto tiempo, en una discoteca de fama regional y localización agreste extramurada, que ni siquiera pudo empezar. Se presagian cosas por venir, encuentros futuribles, tormentas aún no descargadas, lluvias llegaderas; pero uno no puede ir presagiando cosas que no sucedieron en los noventa, no es sano, te deja el hígado fatal. Ahora, en el hoy treintañero que transito, con cada historia que termina y me deja el corazón guiñapo surge una necesidad retrospectiva y patricia (más por lo nominal que por lo nobiliaria) que me sumerge en el alcohol, en el ayer y en el desquicio, un par de días o diez.
Con cada historia que termina se muere una canción, un secreto perdido. Al P de Los Suaves ya no lo conociste porque nació un poco en Vigo. Y también aquí, en los puentes y en las vacaciones de navidad, cuando volvía de la universidad e íbamos con Pedro y Albert a los aparcamientos de Ingenieros, los sábados por la noche, a montar un botellón de maletero y canciones. En el radiocassette del Ax de Pedro siempre sonaban Los Suaves y así las letras se nos fueron metiendo en la laringe, las hacíamos nuestras y las sufríamos, las bebíamos y luego las vomitábamos a voz en grito en medio de La Ruta (cuando Gijón era Gijón y la gente salía por La Ruta) Con cada historia que termina, en fin, creo que me dejaste impedido para las cosas del querer, que nunca enfrentaré otra historia con la misma decisión, con la misma rabia, con la misma pasión adolescente, con la misma falta de prejuicios maduriles. Ni siquiera sé si, en el durante, aquello era amor. Sí sé, sin embargo, que en el después fue todo desamor. Y así vivo, sonriente en la pena y desconociendo metódicamente el amor, esa palabra, si es que existe. Y si no, pues nada.
Yosi bien vale unas letras:
Llueve noche,silencio y frío
y escucho los pasos de las nubes
... por el cielo.
Cae la tarde y también cae el siglo
y caen los clavos de cien cruces
... son recuerdos.
Con cada historia que termina
se muere una canción, un secreto
... perdido.
Y yo vivo al borde de un sueño grande
al borde del sueño del rio
... del olvido.
Perdóname por no dejarte
por quererte y haberte querido
amor... invento del diablo
querer... burla del destino
... dulce castigo.
Grande como un sueño grande
y frío como el invierno vacío
así fué mi vida contigo
así fué aquel loco camino
... sin sentido.
Hay cosas que solo se dicen
con silencio y yo callandome
te las digo
mujer ¿tu que sabes lo que es el
querer?
si ignoras que el hombre es un pobre
... solitario herido.
2 comments:
KA like a wind... if you wanna be loved,
let so(me)one love you.
Con cada historia que termina se muere una canción, un secreto perdido. Al P de Los Suaves ya no lo conociste porque nació un poco en Vigo. Y también aquí, en los puentes y en las vacaciones de navidad, cuando volvía de la universidad e íbamos con Pedro ..
Me gustó mucho cómo está escrito este relato. Esas palabras q he copiado, tienen ese no sé qué q me gustó. De principio a fin el texto. Remarco éstas (arriba) Un beso, Pablo. Hellye
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