Merde alors ¿por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegiaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

Tuesday, March 17, 2009

Prontuario de un veleta recién mudado

Se dio cuenta de que la vuelta era realmente la ida en más de un sentido. Rayuela, capítulo 40.

Aunque detesto la literatura de viajes, mi vida se ha ido convirtiendo en una suerte de movimiento traslatorio en el que cada mudanza supone la clausura de una etapa, el abandono de una estación, el deshielo propiamente, y origina en mi existencia un fondo de primavera con los primeros brotes retoñando al tibio sol de marzo. Empeñados hasta el estrépito en volver, el súbito reingreso a la vida gijonesa de señorona plenamente dindurra lo estamos viviendo con un comprensible alivio, como si el periplo ovetense no hubiera sido más que un largo viaje o un mal sueño, como si una patrulla de rescate nos hubiera abierto al fin las puertas de Dachau. No echamos de menos, en fin, aquel pasillo breve cuya angostura era el único destello de calor de toda la casa, pese a todo lo vivido, pese a las copas y a los líos y a Berli, pese a Berli por encima de todo.

Y aunque, nominalmente, solo hemos cambiado un Velázquez seis por un Menéndez siete, apenas un pequeño salto en el tiempo (y en el espacio, y en el confort), ahora puedo principiar todos mis cuentos con un: apenas le bastaba salir al balcón y estirar un poco el cuello para ver de reojo el mar. Acaso me esté acomodando, quizá haya cambiado banquetas por sillas Luis XVI, tal vez los treinta estén suponiendo el inevitable ingreso en una acomodada vida de barriga y alopecia -pese a que yo barriga tuve siempre-. Pero quiero pensar que no, que todos estos cambios no tienen un porqué acomodaticio, que el viejo y rebelde humano P sigue bullendo bajo estos pliegues sebáceos, que mi amargura no hay amanecer soleado que la domeñe.

He vuelto, hemos vuelto: se ha destapado de nuevo la caja de resonancias, el teatrillo gijonés de empedrado y nordeste girando otra vez, quién nos lo iba a decir. Desempolvemos los viejos trajes de agrios mimos malencarados para reconciliarnos con nuestros rincones, con los bancos de los besos iniciáticos; abracemos sin pudor nuestros viejos fantasmas que aún pululan desconcertados por la calle de los Moros buscando guía o sentido o sepultura. Sigue sin haber nada como estar en casa, ni lugar como esta vieja meretriz de tres al cuarto de tarifa asumible y tan tierna, y tan bella, y tan mí.


Solo espero que volver no sea cuestión de lágrimas, que la exagerada ausencia nos la haya perdonado en el mismo momento en el que asomamos la furgoneta llena de sillas y de promesas por Álvarez Garaya. Y como la desesperanza no cabe en cajas de cartón, diríase que estamos recién desembarcados y como nuevos, como limpios, como si le hubiéramos disculpado a Gijón el detalle atroz de convertir el teatro Arango en una corporación dermoestética y nos hubiésemos hecho un lifting dispensatorio. Cabrán tristezas, en esta nueva singladura a orillas de la calle Corrida, pero siempre podremos aliviarlas mirando de reojo el mar.


Gijón, 17 de Marzo de 2009, tres años y medio después.

Canciones para una renovación:

Cara A.- Desde el lado de P: Zahara, "Con las ganas".





Cara B.- Desde el lado de Albert: Vetusta Morla, "Sálvese quien pueda".



2 comments:

Alberto Cuervo-Arango Rodero said...

Mecaaaa que ya ni me acordaba del blog, bro, qué bueno.
Es como si hubiese sido un mal sueño, en efecto, parece mentira que en apenas dos semanas hayamos olvidado tres años y medio de sonrisas y lágrimas.

Podremos acordarnos de ellos mirando al mar

P.D.- estoy enamorao de Russian Red.

La reina de la miel said...

Bienvenidos. Los fantasmas que buscan guía o sentido o sepultura se alegrarán de veros de nuevo.