Merde alors ¿por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegiaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

Monday, November 26, 2007

En Velázquez seis estamos de luto porque han despedido a Emma Clarke, la voz del metro de Londres durante los últimos ocho años. Si de Roma nos vinimos recordando hasta la saciedad que lo más probable es que ahora toque una uscita lato destro, de Londres volvimos con el archifamosísimo Mind the gap en los labios -y lo repetíamos sin venir a cuento, ¿te acuerdas, bro?, hasta la cansina náusea-. El delito cesatorio de la señorita Clarke ha sido, según parece, el de llenar su página web con grabaciones paródicas del tipo: "¿Podría el pasajero de la camiseta roja que simula leer el periódico, pero que en realidad está mirando el pecho a aquella mujer, dejar de hacerlo, por favor? Usted no engaña a nadie, usted es sucio pervertido". (Aquí cabe un supersic: extraigo este pedazo directamente de El Mundo, no he encontrado el original para destrozarlo a mi manera, pero en castellano uno de los dos usted de la última frase sobra, sino los dos; tal vez así sonara mejor: "No engaña a nadie, es usted un sucio pervertido") Me ha sido imposible acceder a la fuente original pues la página web (http://www.emmaclarke.com/) está completamente saturada -a los dirigentes del metro les horripila el sentido del humor de la Clarke pero parece que al vulgo le entusiasma; seguro que pronto hacen la película: viendo la foto de Miss MindtheGap, que tiene un algo de invidente en la manera de enfrentar el micrófono y tocarse los auriculares, algo entre el hijo de los Goris de Fraguel Rock y Steve Wonder, yo pondría a Barbra en el papel protagonista-. Otra voz silenciada a destiempo, en fin.








Y a vueltas con el inglés, me he pasado toda la semana librando cruentas batallas contra virus y bacterias, por el día, y sufriendo de lo lindo con los herederos de Tom Builder en la segunda parte de Los pilares de la tierra por las noches y bien tapadito y sudando de lo lindo -no sé si más por los virus que por los malvados caballeros sajones o al vesre-. World without end, que se llama al angelito (un mundo sin final, interminable, inacabable, inconsumible, eterno como el libro mismo): otras mil páginas de perrerías y venganzas. Alguien debería bajarse en marcha, coger de la solapa al señor Follet (Gaylo Follet?¿) y decirle: ¿no había dado vida ya a suficientes personajes maniqueos en las primeras mil que tuvo que doblar su apuesta? Diablos, es que son tan sumamente malos que ni siquiera llegas a disfrutar con su comportamiento demoníaco. Eso sí, creo que es el libro en el que más veces he leído la palabra "deserve" en mi vida, tanto que ahora uso ese verbo con una soltura envidiable. Corresponde, creo, al pronominal castellano "merecerse": en esta puta novela la gente no para de merecerse cosas, qué angustia de Moyen Age, pardiez, todo el mundo colgándose medallas -sobre todo los maloides- y retractándose contritamente de sus actos fuera de lugar -esto para los buenistas, esas almas caritativas-. Desde otro punto de vista es frugalmente entretenida y, si te saltas los trocitos -culpable, culpable, I deserve extra punishment- en los que te aburre contando cómo va a cruzar los pilares para que la tierra, o un puente, se sostenga, alcanza el 6,5 sin agobios.








Mientras entregábamos esta tontería a la imprenta, he encontrado otra de las joyas de la señorita Clarke: 'Residents of London are reminded that there are other places in Britain outside your stinking city and, if you remove your heads from your backsides for just a couple of minutes, you may realise the M25 is not the edge of the Earth.' La cosa promete, esperemos a que su página web se relaje un poco para entrar a saco.






















Sunday, November 25, 2007

Aljor 4.0


Hola, buenos días, ¿señora de González y Heredia? ¿Es usted? Ah, genial. Bueno, mire, verá, le llamamos de Secuestros y Extorsiones. Sí, y Extorsiones. No, no se preocupe: es una mera formalidad. Estábamos repasando los archivos del mes de Mayo y en el ordenador consta que aún no han hecho efectivo el pago correspondiente a ese mes. Sí, Mayo. No, lo hemos repasado e, incluso, hemos buscado el recibo físico y, ya le digo, no consta que hayan pagado. En confianza, señora de Heredia, me sorprende viniendo de su marido: siempre ha sido un excelente pagador. ¿Demora? No, mire, nosotros no somos Hacienda, no demoramos los pagos ni multamos los retrasos, no. Nada, en principio un equipo de técnicos especializados tendría que haber secuestrado a su hijo hace un par de horas, sí. Claro, por eso lo programamos para hoy, aprovechando que usted tenía clase de esgrima y su marido está de viaje: era el momento ideal. A la salida del colegio, sí, en una furgoneta. No, no, no se preocupe, solo le harán el daño necesario; créame, trabajamos con los mejores profesionales. Sí, lo entiendo señora de Heredia, hasta que no vuelva su marido, sí, lo supusimos. ¿De cenar? no lo sé, la verdad, otro departamento se encarga de eso yo no estoy autorizada a. Claro, espere que lo anoto aquí: alérgico a la lactosa, bien. ¿Dirección?. Pero. ¿Qué es lo que quiere mandar? ¿Zapatillas, la play? Oiga, señora de Heredia, esto no es una excursión a Eurodisney, como comprenderá, intentaremos que su hijo vuelva con los menores rasguños posibles y ¿Volver? Por supuesto, en cuando el banco nos dé el ok depositaremos a su hijo, maniatado y con la cabeza enfundada en un saco de tela blanco, en un lugar que le indicaríamos sobre la marcha ¿Cómo? Sí, yo misma le llamaría o Silvia, la del turno de noche, porque todo esto puede hacerse de noche para evitar, digamos, que sea demasiado evidente. Y ahora, si me disculpa, tengo que colgar, ha sido un placer charlar con usted, señora de Heredia, Julia, sí, Julia, pero tengo alguna otra llamada que realizar y. Sí, daré el recado para que se lo recuerden, los dientes son fundamentales, claro, qué me va a contar a mí, tengo una pelea con Paquito, el mediano, que no se me lava los dientes ni a tiros, como lo oye. En fin, ya por último, antes de que se me olvide: ¿ha recibido la postal navideña que le hemos enviado? Sí, esa, la del tipo borroso con los ojos azul eléctrico, ¿no es preciosa? No, no, pero lo parece, ¿verdad?: no es un modelo, es uno de nuestros secuestradores, A. C., entre nosotras, tiene a las chicas de la oficina loquitas por sus huesos. Bueno, señora de Heredia, Julia, sí, lo dicho, cuídese y un placer conocerla. Nada, nada, a mandar, ya conoce nuestro lema: le vigilamos para que no se olvide de pagarnos. Un abrazo, adiós, adiós.

Thursday, November 22, 2007







En la muerte de Fernán-Gómez












No soy amigo de los panegíricos de doble columna con llanto amargo y figura egregia, ni del recuerdo de viñeta entintada repleto de alabanzas, caricaturas y guiños, ni del epitafio facilón al pie de una guitarra edulcorada sin mesura con todo tipo de adjetivos apologéticos y loas varias(no soy amigo de nada, pareciera) Aunque parte de mí lo desee, no creo tampoco que haya que silenciar la muerte para, obviándola, evadirla, si no se habla de ella no existe, shhh, shhh, tabú. Se nos ha muerto, como del rayo, Fernán-Gómez y ya gimotean las plañideras de turno con noticia a toda página y un especial en el interior. Su hueco, leo, no lo podrá rellenar nadie nunca -como el hueco de cualquiera, pienso: al menos no con igual precisión-. La mortalidad se nos hace más patente cuando uno de los grandes cae y se convierte en polvo del camino: la distancia cebollosa del papel couchè nos permite la reflexión, la exégesis y el Omnia mors aequat (la reflexión, calculo, es siempre hija aventajada del desapego, una fría sopa gelatinándose en un cuenco) Inevitablemente mortal como tú, lector, repaso con gotitas de nostalgia la presencia de F-Gómez en mi vida como si así lo fuera a hacer la gente en mi misma muerte: conocí a Pablito y nunca fue mejor que aquel día en el que. Pura vanidad aunque a eso aspiremos, supongo: caerá el cuerpo pero la huella permanece, la huella de las biciletas que siempre serán para el verano pero, sobre todo, la de un viaje que no nos llevará a ninguna parte. Entiendo que no hay mejor homenaje que echarse un trago al coleto, ajustarse la bufanda y, gesticulando, gritar: "A la mierda"






El autocar lleno hasta los topes, se arrastraba penosamente, cruzando la inhóspita llanura, camino de Cabezales. Mi padre, en uno de los asientos delanteros, había pegado la hebra con su nieto.
-Tiene veneno, ¿sabes?, el teatro tiene veneno...Un no sé qué, un misterio. Hay gente que dice: voy a probar, un año, dos, y si me va mal, me dedico a otra cosa. Y luego no lo pueden dejar. Tiene veneno. Haces reír a la gente, les haces gozar. O llorar, según tú quieras. Tienes que aprenderte párrafos de Benavente. Y, como es lógico, algo se pega. Los cómicos somos una casta privilegiada, de verdad.
Y bajó la voz para susurrarle a la oreja, lleno de orgullo y desprecio
-No tenemos nada que ver con estos palurdos que ves aquí, en el autocar.


El viaje a ninguna parte, F. Fernán-Gómez














Artista: Enrique Bunbury
Album: El Viaje a Ninguna Parte

Canción: Canto (el mismo dolor)

Canto porque me levanto siempre con las mismas penas,
con las heridas abiertas que siguen sin cicatrizar.
Vago por las veredas, por desiertos, por la selva,
surcando los anchos mares, hacia ningún lugar.

Canto porque me canso de dar explicaciones,
no tengo soluciones, ¿para qué tanto preguntar?
Salto de cama en cama, de boca a boca, de falda en falda.
No vuelvo por donde vine, nunca miro hacia atrás.



Y no hay mejor ni peor, pues con la gente que tropiezo,
sufren del mismo dolor, están igual, el mismo dolor.
No hay mejor ni peor, si estás quieto o en movimiento,
sufres el mismo dolor, estás igual, el mismo dolor.




Canto porque me harto de lugares concurridos,
de esquemas aburridos para conseguir seguridad.
Parto de aquí a otro lado, crías cuervos, y te comen los ojos luego.
Canto porque me levanto, siempre con las mismas penas.


Y no hay mejor ni peor, pues con la gente que tropiezo,
sufren del mismo dolor, están igual, el mismo dolor.
No hay mejor ni peor, si estás quieto o en movimiento,
sufres el mismo dolor, estás igual, el mismo dolor

Saturday, November 03, 2007

Mi tercera colaboración en Aljor -fotos y cuentos- me esperaba sobre la mesa. Esta vez, la foto escogida quería ser una vista de Madrid desde un avión aproximante pero para mí era una visión vagamente hubbleliana de la constelación de Andrómeda. ¿Sería capaz de enfrentar, al fin, mi primer relato de ciencia ficción? Consultando mis notas, rescaté una vieja idea para una novela espacial y la fui amoldando a tamaño blog. Subí la foto, preparé el tríptico habitual, me hice unas palomitas y me puse manos a la obra, colando de fondo la fascinante interpretación llevada a cabo por Glenn Gould de las variaciones Goldberg de Bach. El relato-blog de tres cuerpos se iba a llamar Los de atrás y contaba la historia de un tipo obsesionado con el concierto para violín y orquesta op. 35 de Tchaikovsky, que se enrrola en un proyecto de la NASA para fingir experimentalmente la colonización de un planeta, el XJ14. Educado en la ciencia ficción por Isaac Asimov, la idea -en teoría- me habría de permitir desarrollar una de los frustrantes miedos que me atenazan por las noches y me dificultan el sueño: no viviré para ver el futuro (no, al menos, el que yo quisiera vivir: uno en el que el viaje intergaláctico tripulado sea posible y verosímil decir que estás en PuertoMarte sin Hilda)





Y es que el futuro no es como me lo han contado: los coches siguen caminando pegaditos al suelo , no hay vida orgánica alejada del carbono y representada por seres verdeamarillentos con brazos pseudopódicos y bocas varias, y el colonialismo planetario parece hoy más que nunca técnicamente imposible. Defraudados por la realidad, lo escritores de CF se ven condenados a uno de dos mundos posibles: o mutan o desaparecen. Yo, intentaría presentar un relato mutante de impagable deuda orwelliana, repleto de engaños, vaporizadores y 1714 cámaras de televisión ocultas. El prólogo histórico iba a ser lógicamente breve y carente de tecnicismos y explicaciones atómicas: inesperada debilidad solar, sucesivas edades de hielo, necesidad urgente de mudanza. Desde ahí, una estafa granhermano: pruebas de selección, cincuenta elegidos, duro entrenamiento. Para el viaje, dos años de hibernación que, en la práctica, serían cuatro horas de plácido viaje hasta los estudios de la Dreamworks en New Hampshire.


Incluso tenía preparado el primer párrafo del libro: "Ahora quiero creer -pero es mentira- que, cuando salimos del pabellón central para verlos despegar (y se oyeron risas y voces, ruidos de besos lanzados al aire y algún volvedpronto), ya noté alguna mirada de reojo y de complicidad entre los que se iban quedando rezagados, remoloneando, y que fueron los primeros en volver a la ciudad -aunque aquello no era una ciudad- y a los que solemos llamar Los de atrás. Pero eso sería luego, luego habría motivos para desconfiar, para el recelo, para creer que. En aquel momento de excitación y nostalgia y nervios, la mayoría solo acertamos a quedarnos embobados, con la mirada fija en la popa de la nave que pronto fue humo gris negruzo y, al cabo, un puntito en el cielo y finalmente nada (y los más decididos o fanfarrones -empezábamos a conocernos y entre nosotros se había establecido una especie de pavoneo flirteante un tanto alocado- juraban que aún podían ver la estela de la Queen Silvie por entre la silueta de las dos lunas contrapuestas de XJ14) Al regresar al pabellón central me fijé en el cartel de bienvenida que habían colocado justo en el lugar donde empezaba la señalización amarilla y la calle mayor se convertía en pista de despegue: Bienvenidos a Twintown, Asimovland. Lo rocé al pasar con un dedo y me pareció latón o algún material similar: como todo en aquel planeta era básicamente terrestre, acondicionamiento, al parecer, necesario para que no nos sintiéramos abandonados del todo: los campos olían a trigo pero no había trigales, el aire sabía a salitre sin mar, las afueras apestaban a caucho sin fábrica de neumáticos: unos aspersores olorosos que soltaban breves ráfagas incoloras de gas salitre -o caucho, o trigo, o atasco en hora punta, o alquitrán, o ferrocarril- situados estratégicamente, mantenían a raya nuestras melancolías olfativas. Seguí tocando todo lo que encontraba a mi paso -un árbol, una formación rocosa con musgos, un enorme ciervo de peluche (al que los tipos del doce C llamaban animadamente Blandy) digno representante de la fauna local"


Y releyéndolo produce cierto alivio saber que nunca será escrito.

Friday, November 02, 2007


Yo sería un fantástico cadáver flotando en el agua, bocabajo, de esos con gabardina y sombrero de ala ancha y zapatos de tafilete, asesinado tal vez por un ajuste de cuentas tendría un agujero de bala a la altura del pecho -sin orificio de salida: me habría arruinado la camisa de dos mil dólares Pierre Cardin, de seda, pero la gabardina aún se podría utilizar- Supongo que me dispararían al salir de Antonello's y sería sencillo: soy un hombre de costumbres, es fácil seguirme la pista: los lunes, a las dos, spaghetti boloñesa -ay, Ricardo- y una botella de vino de Chianti, conservada en una nevera especial para vinos, a nueve grados. Tendrían un francotirador apostado en la azotea del edificio de enfrente, rifle de mira telescópica apuntando al corazón, silenciador, casi ni me daría cuenta: un dolor agudo e intenso, mi nombre gritado por Lola, la buscona hispana de turno; y luego nada. Llegarían en un C 220 negro, me cogerían entre dos (probablemente Piero y Gian Luiggi, los perros favoritos de Papá) y me meterían en el maletero. Se bajaría la ventanilla lo justo para que apareciera una mano enguantada que, con marcado acento napolitano, diría: "la puta también se viene" Lola, congelada por el shock, no opondría resistencia alguna: mejor: si jugaba bien sus bazas tal vez lo peor que le podía pasar era tener que aguantar el aliento fofo mentolado de Papá Corsino en lugar del mío, la gente cambia de bando, sucede constantemente. Nadie vería nada y yo ya estaría muerto: mi camisa olería a pólvora y a sangre como si me hubiera caído un poco de salsa boloñesa o, peor, el camarero me la hubiera derramado al servirme: y sería lo último que serviría en su vida. Vendrían hasta este extremo del puerto deportivo ya de noche (nocturnidad innecesaria pues la policía local ve y oye lo que Papá Corsino quiere que vea y oiga) y más que desprenderse de mí me depositarían con mimo: no querrían que una corriente o un barco despistado arruinaran su obra de arte: mi muerte era una advertencia: así trata Papá a los soplones. Y así luciría mi gabardina al día siguiente en primera plana: desplegada, oscurecida, empapada, inerte. Lucio Spadafucile encontrado muerto: la policía cree que se trata de un atraco.

Papi, dice mamá que si te has quedado dormido, que me lleves a tomar un helado. Papi, quiero un helado, papiiiiiiiiii


La foto procede de www.fotolog.com/editorialaljor y es una idea fotonarrativa de J C-A, también conocido como el hermanísimo. En ese espacio se encuentran las visiones primeras a cargo del sr Baxter, convecino y sin embargo amigo. Pronto el tercer relato.